SEXUALIDAD Y VIDA TRAS EL CÁNCER (Parte I)
Autora: VERÓNICA BLASCO.
Como os anunciábamos hace unos días, desde Amaltea, hemos puesto en marcha un nuevo programa destinado a todas esas personas que han padecido cáncer, así como a sus parejas.
Tras años de entrevistas con mujeres que habían pasado por estos procesos, nos dimos cuenta que muchas de sus inquietudes, miedos y dificultades relacionados con la sexualidad, tenían algunos puntos en común y que además no eran afrontados directamente tanto en el proceso como en la recuperación. Por ello nos pusimos manos a la obra para intentar cubrir este área y poder ayudar así a una recuperación mucho más global.
Debo empezar este post dando las gracias a todas esas mujeres que me han abierto su alma y compartido sus experiencias, ya que sin ellas, esto no sería posible.Así, en palabras de una de estas mujeres, podríamos resumir así…
“Estuve con tratamientos de quimioterapia y radioterapia, mastectomía y extirpación de ovarios, lo cual generó una menopausia anticipadacon 31 años. En mi caso pasé, mucho tiempo sin tener relaciones sexuales ya que los tratamientos y operaciones inhibieron todo el deseo sexual.
De todas las formas, conforme fui reponiéndome, intenté retomar las relaciones, pero la cicatriz del parto, los tratamientos y la menopausia precoz, crearon una barrera física y psicológica, dónde el dolor y la falta de lubricación, impedían tener relaciones placenteras. Pese a superar la adaptación de mi nuevo físico con la mastectomía bilateral, mis pechos dejaron de tener pezones y erección en ellos, falta de sensibilidad, cicatrices… Lo que más me molestaba y preocupaba era no poder volver a disfrutar del sexo de alguna manera, aunque fuer distinta a la anterior, tan joven quería intentar poner remedio, hacerle frente y recuperar lo que se pudiera. Cuando te enfrentas a las revisiones, lo comentas, pero hay un vacío en este tema… Por un lado es normal, el cáncer es una enfermedad muy grave…”
Hablar de cáncer y sexualidad, es hablar de un gran universo. Si algo tienen en común estos términos es la gran cantidad de variables y diferencias que los conforman.
Aún así y pese a la dificultad de poder escribir sobre tantas variables, hoy quiero aportar algunas reflexiones en torno a ambos términos, centrándome en la primera etapa, la de los miedos, duelos, dudas e incertidumbres y como esto afecta a nuestra manera de vernos, sentir, permitirnos y desear.
Los miedos y los duelos.
En estos primeros momentos, las dudas, miedos, inquietudes e incertidumbres, suelen ser la pauta general. Tras el diagnóstico, nuestra vida habitual queda temporalmente pausada para poder gestionar lo urgente; los tratamientos, el abordaje de la enfermedad…
Para poder afrontar esta situación, es muy importante la comunicación, ya sea con los familiares, pareja o profesionales. No estamos solas y el apoyo y comprensión de nuestro entorno, será fundamental.
También puede ser de ayuda el escuchar a otras personas que hayan pasado por procesos similiares. Gracias a las tecnologías, tenemos muchas posibilidades, ya sea a través de asociaciones como la asociación española contra el cáncer (AECC) o a través de plataformas y redes sociales (un ejemplo es el canal de Youtube de YaizaCumelles).
Los permisos.
En esta situación, y en relación a nuestra vida erótica, lo primero que en muchas ocasiones nos suele abandonar, es el deseo erótico. Remarco el “en muchas ocasiones” ya que no siempre es así. Cuando esto sucede, la persona se suele sentir culpable… Y pensaréis, ¿culpable? ¿De qué? Culpable de seguir deseando y buscando el placer dentro de tanto dolor.
Con todo ello y aunque esto no suela ser lo más frecuente, me gustaría empezar por los permisos;es tan lícito desear como no hacerlo. En ambos casos debemos permitir estos sentimientos, ya que no hay una manera única e ideal de llevar las situaciones. Si quieres disfrutar ¡Házlo! Y si no te apetece, no lo hagas por obligación.
Todas las personas somos diferentes y cada quien utiliza las herramientas que cree mejores para dominar las situaciones. Por ello es importante parar y escucharte, para poder actuar en consonancia a “lo que escuches”.
Autoestima.
Otro área que suele verse afectada en los primeros momentos de tratamiento, suele ser la autoestima y la percepción de nuestro cuerpo ya que en la mayoría de los casos, vamos a tener bastantes cambios, tanto en la forma como en el fondo.
Si nos centramos en lo primero (la caída del pelo y de las uñas, la hinchazón del cuerpo y las cicatrices…) seguramente sean los signos más llamativos. Ante esto y como pasa con todo, habrá quien lo lleve mejor, y quien lo lleve peor.Aquí es importante que si realmente es algo que nos está afectando, dedicarnos tiempo para nosotras y para vernos mejor. Hay programas de apoyo que nos pueden ayudar, dándonos pautas y consejos para poder sobrellevar mejor la parte externa.
Y junto a la forma, el fondo: seguramente estemos más apáticas, con bastante cansancio y quizás con los ánimos oscilando. Aquí de nuevo, es importante que nos dediquemos tiempo y nos demos permisos. Y al igual que ocurre con el resto de variables, nadie lo va a llevar del mismo modo. Habrá quien se lo tomará como un tiempo propio para descansar, centrarse en ella y coger fuerzas… Puede que otras personas lo vivan peor, al querer realizar actividades y que su cuerpo no les acompañe como antes. Y también, puede ser, que nada de lo anterior nos esté ocurriendo y podamos continuar con nuestras rutinas.
En cualquiera de los casos hay claves y factores como una buena alimentación, ejercicio moderado o establecer rutinas que nos pueden ayudar a llevar esta parte. Informarnos con personas especializadas nos ayudará en todo este proceso.
No hablamos de un proceso fácil, pero con sus días buenos y malos, y con algunas pautas podemos hacer que pueda pasar de la mejor manera posible. Los días malos probablemente estén, pero hagamos de los días buenos oportunidades para recargar energía y seguir avanzando.