Colección: ¡5 MINUTOS… de buen Sexo!
Sexo… ¡con AMOR!
El título de nuestro “5 minutos de buen sexo” puede resultar tópico; pero nada más lejos de la realidad. Algo que comprobarás, a pocos párrafos de confianza que nos des.
Desde AMALTEA queremos reflexionar en voz alta con nuestros jóvenes lectores, sobre los devenires del amor y el sexo en los últimos años: juntos, separados, ordenados en uno u otro orden…
Ni siquiera repararemos en distinguir, algo que nosotros tenemos meridianamente claro y que, aunque parezca lo mismo, no lo es: el enamoramiento y el amor. Y aunque el matiz guarda unos matices deliciosos, lo dejaremos para otra ocasión.
Nos referiremos al amor en tanto vínculo afectivo (sin reparar en su vertiente torrencial o manantial). Concretando: querer a alguien y que te quieran a ti. Así de un plumazo, nos despachamos con la definición de amor, con permiso de los filósofos, literatos, cantantes y poetas enfebrecidos.
Sexo con amor o sin amor… ¿Qué es mejor? Lamentablemente no vamos a responder a esta pregunta. Ni ahora ni al terminar el artículo. Lo decimos a tiempo para no defraudar al lector paciente; pero sí que recorreremos algunos caminos recientes, que los jóvenes han transitado.
En torno a los años 80, quienes escribimos estas letras, comenzamos a hacer Educación Sexual por las escuelas de Aragón. Entre nuestras actividades iniciales, estaba el interpelar a nuestros alumnos con la pregunta ¿Para qué sirve la sexualidad? La primera respuesta (que sigue siendo también hoy la primera) era “para tener hijos”. Cómo en cierta medida es evidente y cierto, felicitábamos al alumno en cuestión. Pero proseguíamos con nuestro interrogatorio ¿Para algo más? No pasaba mucho tiempo hasta que algún otro alumno contestase “para expresar amor”. Cómo también, en cierta medida, es evidente y cierto, llegaba nuestra segunda felicitación.
Y llegábamos al “tercer interrogante”: ¿Para algo más? En general se repetían las respuestas anteriores, hasta que nuestra “presión” animaba a buscar algo diferente. Algún atrevido (solía ser chico) decía: “para gozar”. El resto de la clase comenzaba a reírse de forma nerviosa, mirándose unos a otros, como si alguien hubiese nombrado lo innombrable.
Que nadie vea en nuestras letras menosprecio o mofa hacia nuestros alumnos del pasado. Nuestro interés está en analizar el porqué de esa risa ante el tercer interrogante.
En aquella época, de forma implícita (y no tanto) se consideraba que la sexualidad sólo tenía cabida dentro del ámbito afectivo (y si me apuran, dentro del vínculo matrimonial), con unos fines primordialmente reproductivos. Todo lo que implicase salir de ese ámbito (pareja con afecto) y esos fines (la reproducción) se suponía inadecuado, intolerable, inmoral, insuficiente, o cualquier otro calificativo similar que seamos capaces de encontrar. Las razones que sustentaban esta visión eran ideológicas, morales y religiosas.
Pero viajemos hasta el presente y reparemos en la misma situación de preguntas y respuestas. La primera respuesta ante las posibilidades de la sexualidad, sigue invariable: “tener hijos”. La segunda respuesta (que tanto tardaba en aparecer hace unos años) es “para tener placer”. La diferencia es que ahora nadie se ríe. Buena señal, se considera algo normal y nadie se escandaliza.
Valoramos como un logro social y un avance, el haber conseguido considerar la búsqueda del placer, como un elemento válido y lícito en la sexualidad humana. El placer se ha convertido en un objetivo legítimo, sin ser considerado en si mismo inmoral, pecaminoso o vicioso.
Pero el lío viene ante las “ausencias”, que eran “presencias” en el pasado. Como somos cabezones, también en el presente, volvemos a insistir… ¿Para qué más sirve la sexualidad? ¿No os parece que falta algo? No sólo no obtenemos la respuesta que buscamos, sino que alguien se atreve a decir… “para ganar dinero” en el peor de los casos, “para mejorar la salud” en el mejor.
Sin darle excesiva importancia ni escandalizarnos…. Seguimos con nuestra insistencia. En este caso, algún alumno (casi siempre chica) dice “por amor”. No hay risas histéricas, pero sí sonrisas de relativo menosprecio y miradas de reojo.
Y aquí es dónde estamos y aquí es donde hemos llegado.
A veces la sociedad no evoluciona de “malo” a “bueno”; sino de “malo” a “menos malo”. Y que nadie imagine que queremos volver al pasado; lo que nos “duele”, en el sentido profesional, es la “pérdida” o “desmerecimiento” de valores. Tan preocupante es el olvido del placer en el pasado, como el olvido del afecto en el presente. Es como si se tratase de una especie de ranking de popularidad, donde los valores suben y bajan en función del momento que nos toque vivir.
Todos somos persona, con diferente personalidad; y todos tenemos un sexo, con diferente sexualidad. Cada quien decidirá, en función de sus circunstancias soberanas y personales, a qué le da más relevancia en su sexualidad; qué va primero y que va después. E incluso esa distribución cambiará, evolucionará, retornará al inicio… a lo largo de su vida.
Este artículo pretender reivindicar el valor del afecto, en la dimensión sexual humana. No porque nos parece mejor o peor que la dimensión reproductiva o placentera; sino porque vive tiempos de baja popularidad. La actual percepción de la sexualidad por parte de muchos jóvenes, considera que la sexualidad es una dimensión aparte y sin conexión con el afecto. Algo que desgraciadamente, empobrece un territorio amplio y diverso.
Que cada quien tenga sus prioridades, pero que los ingredientes estén siempre al alcance de los cocineros y no escondidos por la moda y el vaivén de cada época.
Sirva este artículo para recolocar al amor, en el universo del sexo… de dónde nunca debió de salir.
Muchas gracias.
Autores:
© Santiago FRAGO VALLS
Si quieres descargarte el artículo completo en edición de calidad, haz click aquí
Y por si quieres más… te dejamos con un programa de radio: 26 de Marzo de 2016